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Reflexiones después del primer Paro Nacional contra el gobierno de Javier Milei

Las opiniones no son profecías, pero no pueden evitar la intención de parecerlo. Dicho esto, intentamos opinar, racionalizar, o al menos reflexionar acerca del experimento novedosísimo al que nos expone la ultraderecha a los argentinos... y la también novedosísima respuesta de una buena parte del pueblo argentino.

Nos parece evidente que la dirigencia política -con eje en el movimiento peronista, con todos sus matices- fue golpeada fuerte y sorpresivamente, en su mayoría, por el resultado de las elecciones en la segunda vuelta, y las dos tremendas medidas tomadas por el Ejecutivo: el Decreto de Necesidad y Urgencia No. 70 y el envío del insólito proyecto de ley ómnibus que contiene casi una reforma constitucional y la derogación de las mismas bases en que se creó el Estado Liberal hace ya más de cien años. Tal tremendo golpe provocó en la dirigencia lo que el manual de la teoría del shock prevé para la instauración exitosa de una economía neoliberal: parálisis. De esa parálisis comenzó a salir la representación de la parte más atacada de la sociedad por las medidas gubernamentales: la CGT. Parece obvio que si quienes serán los más perjudicados en sus derechos son los trabajadores, sea la central obrera más importante quien primero reaccione, aunque reconocemos que no siempre fue así. Pero hay algunos hechos que hacen que este acontecimiento sea distinto. La CGT llamó a una huelga general, acto y movilización a sólo seis semanas de haber asumido el presidente. Durante la preparación y organización del paro, a reuniones asamblearias en la capital y en casi todas las provincias, absolutamente a todas las organizaciones del campo popular, las dos CTA, a los trabajadores informales y sus agrupaciones, a los organismos de ddhh, a los científicos, a los estudiantes, a los artistas, a las organizaciones feministas y de las diversidades de género, a debatir acerca de la necesidad y las posibilidades de un paro general, dado que el pueblo acababa de darle el triunfo en las elecciones al enemigo a enfrentar. Este democrático método permitió relevar que los decididos a participar de la propuesta cegetista eran muchos. No sin contradicciones menores, por supuesto. Los movimientos sociales a los que los sindicatos no representan, como los de la economía informal, los científicos del Conicet, las dos CTA, los artistas agrupados en sus diferentes formas, los trabajadores de la cultura en sus múltiples oficios, nuevas generaciones de estudiantes que retoman al fin el ritmo de su participación por fuera de sus tabiques académicos, incipientes organizaciones barriales, las cocineras y cocineros de los comedores populares y una gran cantidad de jóvenes, aún admitiendo francamente no poseer representación alguna pero sí la necesidad de no permanecer indiferentes.

Todo esto, en casi todo el país, terminó por generar un acontecimiento socio-político que puede ser el comienzo de una más o menos larga lucha contra nuestra condición de colonia. También podría ser el comienzo de la decadencia de una parte importante de las dirigencias políticas y sociales, a la vez que el anuncio del nacimiento de nuevas propuestas politico-organizativas y sus nuevos liderazgos de un frente nacional y popular, y esta vez antifascista.- La magnitud de las movilizaciones en casi todas las ciudades importantes del país, la participación juvenil, la diversidad de los sectores de clase que participaron...y la consigna más repetida: La Patria no se vende, nos indican que algo nuevo e importante se está gestando en la Argentina.

Dos aspectos relevantes: la solidaridad para con nuestro pueblo en muchas ciudades del mundo y la consiguiente repercusión en los medios periodísticos, no sólo en los periódicos del Sur Global, sino aún en los de los países hegemónicos, fue enorme y no habitual. El otro asunto: el gobierno, o la derecha, o la ultraderecha, o la runfla de mafiosos (empieza a usarse la mismísima Constitución Nacional para definirlos: infames traidores a la Patria) que han tomado el Estado ¡por elecciones! respondieron vulgarmente, que fueron unos pocos manifestantes, que la casta sindical, que las pérdidas económicas que le hacen mal al país, que los motivos fueron políticos chocolate por la noticia, que...en realidad no supieron qué hacer, no se la esperaban. - El futuro próximo tendrá ver con la inteligencia del plan de lucha que le dé continuidad a tan importante jornada y el grado de afianzamiento de la unidad de los sectores subalternos que se empezó a ver el 24 de enero. A la falta de derechos de los más vulnerados de nuestra sociedad, seguimos oponiéndonos: todos los derechos para todxs.



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