
El 15 de abril de 1976 un grupo de tareas del Ejército Argentino, proveniente de la guarnición Campo de Mayo (Institutos Militares) asaltó la casa de la familia Avellaneda en procura de secuestrar a Floreal Avellaneda (padre) militante comunista y dirigente sindical de Tensa una empresa metalúrgica de la zona norte. No pudieron llevar a Floreal padre pero llevaron a Floreal hijo, quince años entonces y a su compañera Iris Pereyra.
El Dr. Julio Viaggio encabezó la lucha judicial y logró el reconocimiento de un cuerpo hallado en la ensenada del puerto de Montevideo y el comienzo de investigaciones sobre los autores del crimen horrendo sufrido por Floreal hijo. En esas circunstancias, alguien entregó a la familia el acta de allanamiento de la casa de los Avellaneda: llevaba la firma de dos militares, Raúl Horacio Harsich y César Amadeo Fragni cuyo rol en el secuestro era indiscutible.
El caso fue uno de los tratados en el Juicio a la Junta Militar de 1985 pero no se pudo avanzar por la decisión de Alfonsín de garantizar la impunidad a los militares y cómplices civiles. Luego de treinta y tres años logramos una primer condena en 2009, junto a los generales Rivero y Verplaetsen, el oficial García y al policía Aneto, autor material de las torturas. Gran triunfo pero insuficiente.
Harsich y Fragni fueron condenados a una pena mínima, ocho años; apelamos tal decisión y en un nuevo juicio en 2012 la pena fue elevada a doce años; pero fue apelada, llego a la Corte Suprema el 24 de junio de 2013 y todavía permanece allí: al día de hoy unos siete años y nueve meses.
La demora tiene dos efectos contundentes: uno es que al no estar ratificada la condena, los genocidas conservan la presunción de inocencia que marca la Constitución Nacional, y dos, lo que es aún más grave, que el calculo del cumplimiento de la pena se hizo por la primer condena y no por la segunda por lo que los dos oficiales que encabezaron el asalto de la casa del Negrito y su familia ya gozan de la libertad por cumplimiento de los dos tercios de la pena.
Libres y con presunción de inocencia: ese es el efecto de las maniobras miserables de esta Corte Suprema a la cual denunciamos como constructores de la impunidad para los asesinos del Negrito Avellaneda.
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