Presentación

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La preocupación por la memoria colectiva se presenta como un trabajo prioritario en aquellas sociedades que se encuentran en procesos de superación de la violencia de una guerra, de enfrentamientos armados o de una dictadura, para construir formas democráticas de convivencia. La construcción de la memoria colectiva es parte imprescindible del proceso de elaboración social de los crímenes de Estado y habilita a la construcción de sociedades capaces de aprender de sus propias experiencias.

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Sin embargo, en el Siglo XXI la preocupación por el tema se está desplazando desde las reflexiones sobre la violencia y sus efectos traumáticos, hacia una búsqueda por comprender el presente a partir de su articulación con el pasado. La inquietud central no está ya exclusivamente en la recuperación de la memoria de las víctimas de las violaciones a los Derechos Humanos, sino en la multiplicidad de voces que construyen relatos sobre el pasado, y en la recuperación no sólo de experiencias de traumáticas si no especialmente aquellas que logren visibilizar luchas y resistencias, y su articulación con procesos tales como las relaciones de género, los procesos migratorios o las prácticas actuales de desaparición forzada.

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Asumimos que la memoria colectiva constituye un campo de conflicto donde lo que está en pugna no son sólo las interpretaciones del pasado, sino los significados de lo que somos como sociedad y de nuestros futuros posibles.  La fuerza simbólica de la memoria está en su carácter productor de sujetos, relaciones e imaginarios sociales, poder que la convierte en potencial fuente de resistencias, inestabilidades y transformaciones. Pero el mero hecho de recordar u olvidar determinados acontecimientos no garantiza su carácter transformador, sino que éste depende de la capacidad de sus prácticas de tensionar las versiones hegemónicas imperantes en un determinado orden social. Asumiendo este desafío, en este espacio formativo buscamos analizar conjuntamente las acciones en las que nos implicamos al recordar, problematizando las versiones del pasado que ellas producen y, al mismo tiempo, promoviendo la construcción de nuevas interpretaciones y sentidos que nutran formas diferentes y móviles de producir sujetos sociales.  El resurgimiento de regímenes autoritarios en América Latina hace urgente no sólo hacer memoria de las violencias que estos han ejercido en nuestra historia reciente, sino también comprender aquellos elementos que contribuyeron a su restablecimiento.

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